domingo, 1 de julio de 2007

Vivir la energía

Acabo de vivir dos experiencias que aunque no tienen mucho que ver, se me antojan especialmente unidas. Se trata del Taller de Periodismo Alma Joven, impulsado por la revista ALMA MATER y una jornada de estomatología comunitaria, que organiza la Dirección Provincial de Salud en Ciudad de La Habana.

Dos hechos al parecer tan diferentes tienen mucho en común. Primero ambos son, en esencia, una apuesta por un mundo mejor. Segundo, los dos nacieron de la fuerza, sin analogía, de los años mozos.

Por un lado, jóvenes periodistas reflexionando sobre sus quehaceres; buscando maneras para que sus creaciones sean mejor recibidas por televidentes, lectores o radioescuchas. Estudiantes y profesionales de todo el país en una pelea contra la mediocridad y el tedio que a ratos invade planas y espacios periodísticos.

Por otro, estomatólogos jovensísimos a la vanguardia de una cruzada por la salud bucal en barrios periféricos de la capital cubana. Soñaron, hicieron, contagiaron a los menos jóvenes con la idea, y hoy son muchos los beneficiados con ese proyecto de atención comunitaria.

En una y otra experiencia, más que doctores o periodistas, vi juventud dispuesta a explotar su divino tesoro. Cuando se viven hechos así, el entusiasmo se pega en la piel, se mete en el cuerpo, empuja, contagia. Quizás no haya mejor manera de expresar los deseos de una mejor vida que luchar por ella. Ejemplos como esos debe haber miles en nuestro país: científicos, ambientalistas, campesinos, lingüistas, psicólogos, abogados, maestros…

Sin embargo, también hay miles de ejemplos para el otro lado; el de quienes ven pasar esa época de la vida sentados desde una esquina, inmutables ante los años que corren. Esa juventud duele hasta el tuétano.

No se trata de que todos seamos iguales. La infinidad de criterios y colores hace el mundo. Quien diga o trate de demostrar lo contrario probablemente fracase. Sin la confluencia de ideas profundamente diferentes la humanidad fuera aburrida y gris.

En cualquier caso la juventud pasa solo una vez. No es necesario ser profesional, o letrado, solo un ser humano con voluntad para que energía y juventud no se vayan sin saber cómo, ni cuándo.