Cuadrito 1
La mujer baja presurosa del P-3. El chofer le ha dado un chance justo en la esquina del parque el Mónaco. La mujer baila en una pata de felicidad, (lo dice su risa) anda con tres niños y el buen gesto del hombre le ahorra algunas cuadras de caminata. La felicidad dura tan poco como cruzar la calle. Los caballitos del Mónaco, destino de la mujer y niños, están cerrados. Es sábado 8 de diciembre. La mujer sigue, sin la sonrisa, camino a la heladería y como en una película yo la sigo con la mirada. En primer plano un cartel anuncia en la puerta de Los caballitos, Cerrado por reparación.
Cuadrito 2
La panadería, el zapatero, el relojero, las hamburguesas ricas, el pollo troceado, las frituras de malanga más ricas aún, los cajeros automáticos, el helado, las croquetas de pescado. Todo está en el Mónaco. Paso por ahí y vuelvo a pasar. Como se acercan las vacaciones de diciembre pienso encontrarme un ejército completo de pintores, albañiles y mecánicos alistando los Caballitos, para la ya cercana temporada navideña. No tengo suerte, parece que hoy no vinieron. Un hombre barriendo la entrada es lo más cercano a un trabajo de reparación. Es martes 11 de diciembre.
Cuadrito 3
Voy al Mónaco a esto, aquello o lo otro, pero sigo sin suerte para ver los trabajos que reparan Los Caballitos. El cartel sigue ahí, pero los trabajadores y yo no coincidimos. Tampoco hay ningún progreso visible. Lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado, domingo… viernes 21 de diciembre. Hoy sí, seguro que abren, después de todo hoy comienzan las vacaciones de invierno. Y allá voy con mis hijas. Nada. Hoy, soy yo la mujer del P-3.
Cuadrito 4
Estamos en plenas vacaciones. Hay niños y padres por todas partes, buscando algo que hacer. Los Caballitos del Mónaco siguen cerrados por “reparación”. Es lunes 24 de diciembre.
Aunque en
Cuba el más elevado por ciento de la población es urbana, más de 800 mil personas
viven en las montañas. Se encuentran al
este del archipiélago, donde se concentran los mayores macizos montañosos; al
centro de la isla grande; o en las singulares formaciones de Occidente, los
mogotes pinareños.
tomado de periódico Escambray/ Vicente Brito
Actividades
económicas esenciales para el país como el cultivo del café y el cacao, o la
extracción minera de níquel y cobalto tienen en las montañas su escenario. De
esas actividades depende no solo el sustento de miles de familias montañesas,
sino renglones de exportación entre los cinco primeros para la economía cubana.
Pero en
2016, la Lista Roja de la Flora Cubana (LRC'16) ofreció datos que ponían al desnudo la
fragilidad de esos ecosistemas. La magnificencia de las montañas cubanas parece,
según los resultados publicados, tener en la conservación de la biodiversidad un
punto álgido.
Entre las formaciones
vegetales - apunta la LRC'16 - “los bosques pluviales y los matorrales
xeromorfos (aquellos que habitan en condiciones de sequía) que se desarrollan
en zonas montañosas, son los que presentan mayor número de especies amenazadas”.
El propio
texto explica que esta situación se debe al hecho de que las zonas montañosas
en Cuba son generalmente las que albergan mayor número de especies exclusivas y
también más diversidad, tanto de la flora como de la fauna. Por tanto, señalan que las elevaciones
poseen también más especies de vertebrados amenazados.
Sin
embargo, los problemas que gravitan sobre la conservación de la biodiversidad en
el país y sus montañas, existen con independencia de los niveles de diversidad
y endemismo. La citada investigación afirma que entre las principales causas
están - en ese orden -, invasiones biológicas, deforestación, fragmentación,
ganadería, forestación, agricultura, degradación del hábitat, incendios,
construcciones, y actividades mineras, como las diez primeras.
Aunque
muchas causas concuerdan con las tendencias mundiales como la ganadería, la
deforestación y la agricultura, los investigadores hicieron un hallazgo
interesante.
“Es
sorprendente – dice la LRC'16 - que la cantidad de especies amenazadas por la agricultura
o la ganadería, actividades mundialmente reconocidas como una de las
principales afectaciones para la flora y la fauna (también asociadas a la deforestación),
sea similar a las amenazadas por malas prácticas forestales o forestación. Esto
demuestra la importancia de evaluar y cuestionarnos las actuales prácticas de
(re-)forestación de áreas que, por ejemplo, naturalmente están cubiertas por
matorrales o herbazales nativos de alto endemismo (…) Gran parte del territorio
nacional estuvo cubierto originalmente por matorrales, herbazales y otras
formaciones vegetales no boscosas, los planes para la siembra de especies
arbóreas en estos sitios, lejos de promover la conservación de la zona, se
convierten en una de las principales amenazas para las especies nativas”.
Ese
descubrimiento desmitifica la idea de que más cobertura boscosa es siempre sinónimo
de buena salud para los ecosistemas y apunta a la necesidad de mirar más allá
de las cifras.
El mapa del
porciento de especies de la flora amenazadas por provincias, aporta elementos
para considerar cuál ha sido el impacto de esas prácticas en los ecosistemas
montañosos, pues las más afectadas coinciden con los territorios donde se encuentran la mayoría de las principales formaciones montañosas del archipiélago.
En el año
2016, el periodista Alexis Rojas Aguilera publicaba desde la estación Radio Angulo
de la provincia de Holguín la pieza Los
bosques deseados en Moa,donde relatabalos desafíos de la reforestación en esa zona de la parte nororiental del
país, casa de las reservas de níquel y cobalto más importante de Cuba.
“…continúa
básicamente la práctica de reforestar las áreas minadas con el empleo de
especies introducidas como la Casuarina, el Eucaliptus o solamente con pinos”.
Pero las
malas prácticas de forestación no se limitaban a Moa. Al respecto, advertía la Lista Roja: “Las cuatro provincias con mayor cobertura boscosa (Pinar del Río,
Holguín, Santiago de Cuba y Guantánamo) coinciden con las de mayor número de
especies amenazadas. Estas provincias, a su vez, albergan los 10 municipios con
más especies amenazadas del país, siendo Baracoa el de mayor número con 285
especies. La conjunción de la deteriorada “calidad” de los bosques de estas
regiones y su alto porcentaje de endemismo, son en primera instancia la causa
de esta aparente paradoja”
Datos de
la Oficina Nacional de Estadísticas confirman que no solo se trata de los
territorios de más cobertura boscosa natural, sino de aquellos donde han sido
plantados más número de árboles.
Entre
las causas de la pérdida de la biodiversidad, la fragmentación es la tercera y
también de importancia para los ecosistemas de montaña. Desde el año 2014 el V Informe de Cuba al Convenido de la Diversidad Biológica calificaba la
fragmentación de la cobertura vegetal natural y seminatural de “alta a
media”.Aunque Cuba es un archipiélago
conformado por mosaicos de ecosistemas fragmentados, cual pedazos de paisajes
colocados aquí y allá, los investigadores advertían desde entonces el impacto
de ese hecho sobre la biodiversidad.
No
obstante, tal vez la alerta más urgente que hacían desde ese informe, era el
poco valor que se otorgaba a la conservación de la biodiversidad en función de
los planes de desarrollo económico del país.
Casi un
año después de esa llamada de alerta, comenzó a escucharse de un proyecto que
apunta a conectar esos fragmentos de paisajes, donde las
especies nativas tienen un papel protagónico y que busca armonizar el desarrollo
económico con la conservación de la biodiversidad. ¿Su escenario? Ecosistemas
montañosos amenazados.
Fincas forestales conectan paisajes
Un enfoque paisajístico para conservar
ecosistemas montañosos amenazados es un proyecto que comenzó en 2014 y propone un cambio de mirada en las
formas de conservar la biodiversidad. No se trata de preservar especies únicamente
en áreas protegidas o aislarlas en herbarios; sino de conectar zonas de elevada
biodiversidad y endemismo a través de fincas forestales.
En un
artículo publicado en El Boletín sobre
Conservación de Plantas del Jardín Botánico Nacional de Cuba, Lazara O.
Sotolongo no es tímida en afirmar que se trata de “establecer un hito en la
manera de conservar la biodiversidad, a escala paisajística, mediante la
conectividad de fragmentos de ecosistemas montañosos amenazados. En este
enfoque se integran los intereses económicos y conservacionistas de manera armónica,
en función de mitigar la pérdida de biodiversidad y aumentar la capacidad de
los ecosistemas de generar bienes y servicios medioambientales, para mejorar el
bienestar social de los pobladores de las montañas.”
Aunque el
proyecto, que se extenderá hasta 2022, está financiado por el Fondo para el
Medio Ambiente Mundial con 7 millones de dólares, y por el presupuesto de
Estado cubano con 62 millones de pesos, según reportó el semanario
Trabajadores, esos objetivos no parecen exactamente fáciles de alcanzar.
En
entrevista ofrecida a esa publicación en junio de 2017, Sotolongo afirmaba: “En
las áreas escogidas: Guaniguanico, en el occidente del país; Guamuhaya y
Bamburanao, en el centro y la Sierra Nipe-Sagua-Baracoa (Oriente), la
diversidad biológica está amenazada por los incendios incontrolados, la
contaminación, las prácticas agrícolas y ganaderas inadecuadas, la minería a
cielo abierto y el cambio climático”.
Para
Conectando Paisajes, como también se le conoce al proyecto, la Finca Forestal
es una especie de núcleo conector. Osmany Ceballo, coordinador en la
provincia de Sancti Spíritus, al centro de la isla grande, explicó a la prensa que
“se trata de conectar esos paisajes montañosos que poseen biodiversidad a
partir de nuevas vías como las fincas forestales, priorizando la vegetación
autóctona”.
Hasta el
2017, según información ofrecida por la jefa del proyecto, contaban con 10
fincas forestales por cada macizo montañoso. Como otro resultado importante el
sitio web de Conectando Paisajes afirma “que se han realizado inversiones en la
restauración de áreas afectadas por la minería a cielo abierto (extracción de
laterita) para el níquel y el cobalto con la utilización de especies nativas.
Al respecto,
el periodista Alexis Rojas Aguilera reconoce que se han dado pasos en la
utilización de especies autóctonas en la reforestación de las zonas afectadas
por la minería, “con la siembra de Hicacos y una apreciable variedad de
gramíneas locales”.
Añade
Rojas, que ahora “se trata ahora de buscar el paso a un estadio superior de la
meritoria labor de re-cultivación de las áreas deterioradas por la actividad
minera desplegada las últimas décadas, que devolvieron el verdor a miles de
hectáreas de terreno”.
Conservar
la biodiversidad en esas zonas montañosas, no es únicamente un objetivo
ecológico, sino sobre todo social. El proyecto busca que los campesinos sean capaces de obtener mayores
cosechas de forma amigable con el medio ambiente a través de transferencia de
conocimientos. Ese
propósito no es exclusivo de Cuba, sino coherente con la aspiración de alcanzar
para el 2020 las Metas de Aichi, documento del cual este país es signatario y
que hace énfasis en promover la utilización sostenible de la biodiversidad.
No es uno,
sino varios los servicios de la biodiversidad al hombre y el control biológico
es esencial cuando de cultivos se trata, por lo que su conservación afecta de
forma directa a los campesinos.
Desde
Santiago de Cuba, Yoira Rivera Queralta, coordinadora del proyecto en esa
provincial del Oriente sur, dijo a la prensa local que se busca “una mayor
permanencia de estos pobladores en sus zonas de origen, evitando así la
emigración de los campesinos hacia la ciudad”.
En 2013 el
profesor Titular de la Universidad de de Guántanamo Javier Pérez-Capdevila, advertía
sobre la despoblación de las montañas. “El área abandonada en los ecosistemas
montañosos sigue incrementando su magnitud, y lo peor, sin que aparezca la
fórmula para repoblarlas, lo cual es una necesidad imperiosa para la seguridad
alimentaria del pueblo cubano”, opinaba en el artículo Las solitarias montañas
necesitan compañía.
Aunque
datos de la Oficina Nacional de Estadísticas apuntan a una desaceleración de
ese proceso en los últimos años, la permanencia de los campesinos en las
elevaciones cubanas no depende solo de proyectos ecológicos, sino del
mejoramiento integral de las condiciones de vida, como han señalado varias publicaciones.
En esa
aspiración entender la biodiversidad como un insumo para el desarrollo y
emprender acciones duraderas ancladas en ese entendimiento, puede ser una tabla
de navegación donde se encuentren las aspiraciones de los montañeses y la
conservación de los recursos naturales.
Como todo
en la naturaleza, esta situación asemeja un círculo infinito. La biodiversidad
amenazada impacta negativamente en las plantaciones de café, cacao; cosechas flacas
conducen a campesinos empobrecidos que van en busca de otros horizontes; campesinos
empobrecidos a montañas abandonadas. *A pesar de haber enviado correos solicitando su respuestas los compañeros de Conectando Paisajes no respondieron a mi solicitud de entrevista.