viernes, 12 de septiembre de 2008

Más allá de Ike

Por: Leslie Salgado
foto: Calixto Llanes.
El huaracán Ike aspiró mis vacaciones en un cerrar de ojos. Mi novio y yo volamos a La Habana, a reportar el paso de Ike sobre la Isla.
Algunos días en vilo y luego el impacto de las imágenes en Baracoa, Holguín, Camaguey...
Afortunadamente, en la capital Ike no hizo grandes daños. Hasta aquí llegaron algunas bandas de lluvias y rachas de vientos que causaron más de doscientas averías en las redes eléctricas, postes caídos y alrededor de 380 árboles sobre el suelo. Las lluvias no alcanzaron las proporciones que en Oriente, pero ya algunas edificaciones sienten los efectos fatales de la humedad sobre sus centenarias estructuras.
No obstante, las secuelas sobre las calles capitalinas palidecen ante el panorama que Ike dejó en otras provincias. Razones para que los habitantes de la urbe, ni cortos, ni perezosos apuraran el paso y ofrecieran su mano a los hermanos de otras regiones del país.
La capital cubana ha vuelto a la normalidad y ahora trabaja también para que los cubanos de Oriente, Isla de la Juventud, el centro y Pinar del Río, encuentren el respaldo de la solidaridad.
El país continúa y volverá la belleza de sus campos, las pequeñas casas en su sitio, el verdor de siempre. Y regresará también con la ayuda de los amigos y la fuerza de los cubanos que está a prueba de todo.

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lunes, 1 de septiembre de 2008

De Cuba y Gustav.
Desde los primeros avisos Gustav dio mucho que hacer en Cuba. En principio las provincias orientales recibieron la alerta y con ella llegó la movilización de recursos y personas. Pero la entonces tormenta tropical dejó solo lluvias en el Oriente y centro del país. Las mayores complicaciones las traería para Occidente, una región que azotó como un huracán categoría 4.



El municipio especial Isla de la Juventd vivió con Gustav horas especialmente difíciles. Para describirel panorama que muestran las imágenes solo vale la palabra demoledor. No menos, fue en algunas zonas de la provincia Pinar del Río. Las fotografía de las torres de alta tensión, torcidas cual "alambre dulce" dicen mucho de la fuerza de los vientos, que superó los 300 km/h. Pueblos enteros fueron desvastados. Casas, techos levantados, árboles centenarios derribados, columnas cercenadas por las rachas de Gustav. Desolación.
Sin embargo, ante una situación como esta los cubanos anteponen su fuerza, la unión, la solidaridad. Para quienes quedaron con muy poco, una mano ofrecida ya es aliento. Pero en la Isla no es una, sino muchas manos las que se ofrecen. Desde otras provincias llegan linieros hasta los territorios más afectados . Reestablecer el servicio eléctrico demanda el concurso de miles de hombres. Por eso, la solidaridad llega urgente. Entre las casas derrumbadas se levantan voluntades.Entre los árboles caídos, entre el dolor pululan historias de hombres y mujeres que ensancharon sus hogares seguros, para recibir a otros cuyas casas no resitirían el paso de Gustav. Así, con previsión y solidaridad Cuba volvió a salvar lo más importante: el hombre.